¿Qué Significa Exactamente una “Educación Humanista”?
No es inusual encontrar instituciones de todo tipo que se califiquen a sí mismas como “humanistas”, que afirmen que el humanismo es “parte de su esencia”. Incluso, que estén convencidas de hacer una diferencia gracias a ese enfoque. Y, en el West College, también hemos afirmado eso mismo con mucha frecuencia. De hecho, habría que cuestionarse qué tan probable sería llegar a encontrar actualmente, entre todas las instituciones educativas, una sola que se animara a afirmar que no lo es.
Para juzgar una cualidad como esa, es necesario comenzar por definir exactamente qué es. Según su definición formal, el humanismo es una actitud o filosofía que valora al ser humano y exalta su individualidad. Es una visión que considera trascendente toda la actividad del ser humano y considera que cualquier organización social debe desarrollarse con el bienestar del ser humano como primera y principal consideración. Consecuentemente, se opone a todo aquello que no aporta a la dignidad humana.
Entonces, ¿qué características son las que posee una institución educativa auténticamente humanista? ¿Qué cualidades debe tener para demostrar que velan por el bienestar, el desarrollo pleno y la felicidad de sus estudiantes? Partiendo de una definición tan amplia, es evidente que pueden existir muchas posibles respuestas correctas a esas preguntas. Por eso, una auténtica respuesta debe provenir de la visión y la experiencia de sus propios funcionarios, de los educadores que trabajan día a día con los estudiantes, así como los esfuerzos que estos realizan cotidianamente para acercarse más a ese enfoque.
En el West College, recientemente tuvimos la curiosidad de hacer ese sondeo entre los mismos funcionarios, y la interesante respuesta que obtuvimos vino compuesta de varias fuertes convicciones que nos dieron a conocer nuestros educadores:
El aprendizaje y el crecimiento importa más que la calificación
La calificación es tan solo un número que tiene por función ayudar a medir el aprendizaje y crecimiento de cada estudiante. Pero un número observado en términos absolutos no puede describir integralmente la evolución académica, socioafectiva y ética de un estudiante. La valoración cualitativa que pueden hacer las personas que conocen íntimamente al estudiante y su proceso, como los docentes, tiene cuando menos tanto peso como las notas que figura en su boleta de calificaciones para reflejar ese crecimiento y para describir su potencial. Más que enseñarle a un estudiante a preocuparse por las notas, nos interesa enseñarle a aprender de sus errores y superarse de manera constante.
El bienestar y la felicidad son requisitos primordiales para el verdadero aprendizaje
Un estudiante agobiado e infeliz no tiene condiciones necesarias para el tipo de aprendizaje significativo que puede cambiarlo en lo más profundo, en su forma de ser y de relacionarse con el mundo. El sentido de bienestar y la felicidad comienzan por sentirse parte de una comunidad escolar que valora las diferencias individuales y que es capaz de estimularlo – desde sus aspiraciones e intereses, sus fortalezas y virtudes – a dar lo mejor de sí, con un grado razonable de exigencia. Es el resultado de tener en su vida personas que realmente creen en su capacidad para aspirar al éxito y la felicidad. Ese es el tipo de comunidad que trabajamos juntos y en equipo para mantener.
El desarrollo socioafectivo y moral es cuando menos tan importante como el académico
A nuestros funcionarios, les interesa tanto lo que el estudiante sabe, como lo que está preparado y dispuesto a hacer con ese conocimiento en favor de las personas con quienes se relacione y de las instituciones para las cuales trabaje. Si bien es cierto que hoy día el conocimiento cambia constantemente, los valores, en cambio, son constantes. Por esa razón, los docentes se interesan en presentar los valores de tolerancia, respeto, responsabilidad y honestidad como la base sobre la cual los estudiantes puedan edificar criterios que les ayuden a discernir lo correcto de lo incorrecto.
La experiencia escolar marcará de por vida al ser humano y al profesional
Los estudiantes pasan la mayor parte de su niñez y adolescencia en su centro de estudios. Como extensión de la experiencia familiar, la experiencia escolar es la que más ayuda a definir a las personas en todo aspecto. Y nuestros docentes consideran que una de las ideas más importantes con la que los estudiantes pueden salir a enfrentarse al mundo es la convicción de que este es un lugar hermoso, lleno de buenas personas que están deseosas de poder ayudar, y en el que uno podrá eventualmente cosechar lo que esté dispuesto a sembrar. En esa consideración es que se arraiga nuestra creencia en el “rigor con amor” y en la autenticidad de la relación del docente con el estudiante.
Desde este argumento, en West College tenemos claro que la formación humanista representa complejidad y un reto a abordar desde el ambiente académico, la labor del educador posee un doble significado y la apropiación de un conjunto de capacidades como una eficaz herramienta para convertir y mejorar la enseñanza y el aprendizaje sin dejar de lado la parte humana. Procuramos la creación de nuevos conocimientos desde la diferenciación de cada uno de nuestros estudiantes y sus particulares necesidades para incrementar su bienestar de forma integral y así lograr un verdadero desarrollo en todas sus formas.